VELOCIDAD LECTORA
VELOCIDAD LECTORA
LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
LA AUTOESTIMA
La
autoestima podría definirse como el conjunto de imágenes, sentimientos y rasgos
que la persona reconoce o percibe como parte de sí misma. Tiene, por tanto, un
componente evaluativo y emocional (me siento bien, me gusto o no me gusto, en
qué no me gusto, ¿puedo cambiarlo?... me acepto) que debemos trabajar.
En este sentido, es importante que aprendamos
a sentirnos bien, a gusto con nosotros mismos, valorando nuestros puntos
fuertes y aceptando los débiles. Que aceptemos aquello
que no nos gusta, no significa que carezcamos del afán de cambiar, más bien, la
aceptación es el primer paso hacia el cambio.
La autoestima es el resultado de
muchas variables: el rendimiento académico, la opinión que las personas
significativas tengan sobre nosotros y nosotras, la valoración acerca de
nuestro aspecto físico y habilidades para el deporte, nuestra actitud ante los
errores y equivocaciones, nuestra competencia social y la habilidad para
solucionar los conflictos interpersonales, etc. A partir de todos estos
factores cada persona se forma una idea sobre sí misma, sobre su valía
personal. Dependiendo de que esa valoración - balance entre lo que le gusta y
no le gusta de su persona - sea positiva o no, hablaremos de una autoestima
positiva, sana o una autoestima pobre o baja.
¿Cómo
podemos fortalecer nuestra autoestima?
1º Recordando que
somos seres únicos y especiales, motivo importante para sentir satisfacción
propia.
2º Aprendiendo a
gustarnos. Podemos
gustarles a otras personas: de nuestra familia, círculo de amistades, etc. y,
sin embargo, no gustarnos a nosotros mismos o a nosotras mismas. Esto se debe a
que muchas veces nos tenemos declarada la guerra, nos tratamos como a enemigos
o enemigas y sólo nos fijamos en nuestros puntos débiles (ignorando o
menospreciando los positivos), para cargar contra ellos. Esta manera de
tratarnos nos hace sentirnos poca cosa, personas de poca valía. Merece la pena
intentar cambiar. Para ello, debemos apuntar en la dirección contraria y
convertirnos en nuestros mejores amigos o en nuestros mejores amigos, cambiar
de “blanco” y tratar de dar en la diana de nuestros aspectos, rasgos y
cualidades positivas, las que nos gustan.
3º Aceptándonos como somos; conviene que
pensemos en las cosas que hacemos, decimos, sentimos, etc. que no nos gustan de
nosotras mismas o de nosotros mismos, pero no las exageremos (sólo son una
parte de nuestro todo) mirémoslas como algo natural en un ser humano (los
sentimientos de envidia, celos, rabia, ... no son malos, son humanos). Del
mismo modo, cuando cometamos errores o nos equivoquemos, no debemos castigarnos
ni pensar que ya no valemos como personas (bajamos puntos en nuestra
autoestima). Por el contrario, podemos enfocarlos como una oportunidad de
cambiar, aprender y una manera de mejorar.
Esta
forma de pensar requiere un esfuerzo y un aprendizaje; en ello estamos. Cuanto
más nos apreciemos, mayor seguridad y confianza mostraremos en nuestras relaciones
interpersonales, mejor resolveremos nuestros problemas, etc. y probablemente
alcanzaremos mejores resultados en lo que nos propongamos. Estas consecuencias
también alimentarán nuestra autoestima.