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jueves, 12 de mayo de 2022

HABLEMOS DE AUTOESTIMA

 

LA AUTOESTIMA


    La autoestima podría definirse como el conjunto de imágenes, sentimientos y rasgos que la persona reconoce o percibe como parte de sí misma. Tiene, por tanto, un componente evaluativo y emocional (me siento bien, me gusto o no me gusto, en qué no me gusto, ¿puedo cambiarlo?... me acepto) que debemos trabajar.

            En este sentido, es importante que aprendamos a sentirnos bien, a gusto con nosotros mismos, valorando nuestros puntos fuertes y aceptando los débiles. Que aceptemos aquello que no nos gusta, no significa que carezcamos del afán de cambiar, más bien, la aceptación es el primer paso hacia el cambio.

            La autoestima es el resultado de muchas variables: el rendimiento académico, la opinión que las personas significativas tengan sobre nosotros y nosotras, la valoración acerca de nuestro aspecto físico y habilidades para el deporte, nuestra actitud ante los errores y equivocaciones, nuestra competencia social y la habilidad para solucionar los conflictos interpersonales, etc. A partir de todos estos factores cada persona se forma una idea sobre sí misma, sobre su valía personal. Dependiendo de que esa valoración - balance entre lo que le gusta y no le gusta de su persona - sea positiva o no, hablaremos de una autoestima positiva, sana o una autoestima pobre o baja.

¿Cómo podemos fortalecer nuestra autoestima?

Recordando que somos seres únicos y especiales, motivo importante para sentir satisfacción propia.

Aprendiendo a gustarnos. Podemos gustarles a otras personas: de nuestra familia, círculo de amistades, etc. y, sin embargo, no gustarnos a nosotros mismos o a nosotras mismas. Esto se debe a que muchas veces nos tenemos declarada la guerra, nos tratamos como a enemigos o enemigas y sólo nos fijamos en nuestros puntos débiles (ignorando o menospreciando los positivos), para cargar contra ellos. Esta manera de tratarnos nos hace sentirnos poca cosa, personas de poca valía. Merece la pena intentar cambiar. Para ello, debemos apuntar en la dirección contraria y convertirnos en nuestros mejores amigos o en nuestros mejores amigos, cambiar de “blanco” y tratar de dar en la diana de nuestros aspectos, rasgos y cualidades positivas, las que nos gustan.

 3º Aceptándonos como somos; conviene que pensemos en las cosas que hacemos, decimos, sentimos, etc. que no nos gustan de nosotras mismas o de nosotros mismos, pero no las exageremos (sólo son una parte de nuestro todo) mirémoslas como algo natural en un ser humano (los sentimientos de envidia, celos, rabia, ... no son malos, son humanos). Del mismo modo, cuando cometamos errores o nos equivoquemos, no debemos castigarnos ni pensar que ya no valemos como  personas (bajamos puntos en nuestra autoestima). Por el contrario, podemos enfocarlos como una oportunidad de cambiar, aprender y una manera de mejorar.

    Esta forma de pensar requiere un esfuerzo y un aprendizaje; en ello estamos. Cuanto más nos apreciemos, mayor seguridad y confianza mostraremos en nuestras relaciones interpersonales, mejor resolveremos nuestros problemas, etc. y probablemente alcanzaremos mejores resultados en lo que nos propongamos. Estas consecuencias también alimentarán nuestra autoestima.

 










lunes, 20 de septiembre de 2021

HABLEMOS DE EMOCIONES

 


HABLEMOS DE EMOCIONES




"El pequeño espacio del corazón es tan grande como el universo. Allí están el cielo y la tierra. Y el sol, la luna y las estrellas. El fuego y el rayo y el viento están allí. Y todo lo que es y lo que no es."


                                                                                                Los Upanishads (s. IV a C.)


    Las emociones están presentes en las vivencias diarias y afectan a nuestro estado de ánimo, influyendo decisivamente en nuestra conducta y en la manera en cómo nos relacionamos con los demás. Pero ¿Qué son las emociones? ¿Hay que educar las emociones? ¿Cómo se educan las emociones? Numerosos descubrimientos científicos sobre el procesamiento de las emociones demuestran la importancia de conocer el mundo emocional para posibilitar al ser humano un nivel adecuado de bienestar tanto físico como mental. Ya se sabe que ser inteligente no garantiza el éxito en la vida ni facilita la felicidad.

    Son otras habilidades emocionales y sociales las que nos ayudan a conseguir estabilidad emocional y mental, satisfacción en nuestras relaciones y adaptación al entorno.. Esta es una tarea a la que padres y maestros se deben enfrentar juntos con el fin de desarrollar en sus hijos/alumnos una serie de habilidades emocionales que les resulten útiles en todos los ámbitos de su vida, presente y futura y esas habilidades se pueden aprender, por ejemplo, a través de los cuentos No existen mapas ni guías para recorrer este territorio pero si pistas capaces de indicarnos por donde transitar y cómo orientar de forma adecuada a nuestros alumnos. Si la educación se orienta hacia el desarrollo integral del ser humano, debería atender de forma equilibrada tanto a su dimensión cognitiva como a su dimensión emocional. Sin embargo constatamos un cierto déficit en los aspectos relacionados con la educación de las emociones que se debería abordar en todas las etapas educativas, comenzando preferentemente en la educación infantil. Pero el mundo de las emociones es un territorio difícil de explorar si no se cuenta con materiales adecuados y sobre todo una gran dosis de delicadeza y respeto, aspectos imprescindibles cuando nos acercamos al mundo interior del niño.

    ¿Qué son las emociones? 

    Podemos definir la emoción como una “ reacción que se vivencia como una fuerte conmoción del estado de ánimo; suele ir acompañada de expresiones faciales, motoras, etc.. y surge como reacción a una situación externa concreta, aunque puede provocarla también una información interna del propio individuo “.

    Las emociones son fenómenos multidimensionales caracterizados por cuatro elementos: cognitivo (Cómo se llama y que significa lo que siento), fisiológico (qué cambios biológicos experimento), funcional (hacia donde dirige cada emoción mi conducta) y expresivo (a través de que señales corporales se expresa).

    Las emociones son alteraciones súbitas, rápidas e intuitivas de nuestro estado de ánimo que experimentamos casi sin darnos cuenta. Es una reacción que se vivencia como una fuerte conmoción y que nos impulsa a actuar de una determinada manera. Suelen ir acompañadas de expresiones faciales, motoras, cambios en el tono de voz y determinadas reacciones fisiológicas. La experiencia emocional implica también una excitación fisiológica en un grado de intensidad diferente en cada persona y el estímulo que la provoque. Cada vez que sentimos una emoción al torrente sanguíneo le llegan hormonas diferentes, por esta razón las emociones influyen en nuestro cuerpo y por consiguiente en nuestro estado de salud. Las emociones pueden ser provocadas por situaciones externas o informaciones internas de la propia persona; los estímulos externos son fácilmente observables pero los internos, no; un recuerdo, por ejemplo, puede hacer que nos sintamos tristes pero, aunque los demás se den cuenta de lo que sentimos, no saben por qué fue provocado. 

    Podemos clasificarlas en positivas o negativas en función de cómo nos hacen sentir; las emociones positivas nos proporcionan bienestar y seguridad personal, como es el caso de a alegría, la calma, el amor, y las negativas son aquellas que nos producen un estado de tensión o negatividad, disgusto o insatisfacción personal, como el miedo, la ansiedad, la tristeza, etc. Las diferencias individuales en la vivencia de las emociones tiene dos orígenes: la herencia y el medio. La interacción entre ambos elementos es lo que configura las experiencias emocionales de las personas individuales. La herencia produce unos esquemas de comportamiento emocional que queda reflejado en lo que llamamos temperamento. Sin embargo la influencia del entorno es fundamental, sobre todo en los primeros años de vida y en el ámbito familiar, lo que va configurando el carácter particular de cada persona. Por eso la educación emocional proporciona experiencias y vivencias al alumnado que modelan su tendencia genética y le ofrecen recursos para aprender a conocer y manejar sus emociones. 

    Las personas vamos configurando unos esquemas emocionales basados en parte en nuestras experiencias a lo largo de la vida y en parte en el temperamento. Estos esquemas constituyen la esencia de las diferencias individuales, y en ellos se basan los estilos de respuesta emocional que caracterizan a cada uno de los alumnos. Esto lo podemos observar todos los días en el aula: lo que a un alumno le asusta a otro le fascina y le parece un reto interesante; lo que a uno le enfada, a otro le produce tristeza; la propuesta que a uno le hace protestar, a otro le deja en la más absoluta apatía.

FUNCIONES DE LAS EMOCIONES


    Según Francisco Mora (Mora 2008), las emociones cumplen muchas y variadas funciones que se podrían resumir en siete apartados:

1º Las emociones sirven para defendernos de estímulos nocivos (enemigos) o aproximarnos a estímulos placenteros o recompensas (agua, comida, juego, etc..) que mantengan la supervivencia. En este sentido, las emociones son, además, motivadoras, es decir, nos mueven o empujan a conseguir lo que es beneficioso para el individuo y la especie o a evitar lo que es dañino.

2º Las emociones hacen que las respuestas del organismo (conducta) ante acontecimientos (enemigos o alimento) sean polivalentes y flexibles. Son reacciones que ayudan a encontrar no una única respuesta fija ante un determinado estímulo (como es un reflejo), sino que bajo la reacción general de alerta, el individuo escoge la respuesta más adecuada y útil entre todo el repertorio posible. No podemos prever cómo vamos a reaccionar si nos intentan atracar, pues, aunque hayamos tenido ya una experiencia de este tipo, las circunstancias pueden ser diferentes, lo que nos lleva a reaccionar de forma distinta. Si en un primer atraco, dimos todo el dinero al atracador, igual ahora nos negamos a ello o incluso somos capaces de agredir al atracador, salir corriendo o gritar. De esta manera, las emociones y los sentimientos dotan de más versatilidad a la conducta, y ello es de más utilidad para la supervivencia del individuo y de la especie.

3º Las emociones sirven a las funciones de los puntos anteriores alertando al individuo como un todo ante un estímulo específico. Tal reacción emocional incluye la activación de múltiples sistemas cerebrales (sistema reticular, atencional, mecanismos sensoriales, motores, procesos mentales), endocrinos (activación suprarrenal medular y cortical y otras hormonas), metabólicos (glucosa y ácidos grasos) y en general, la activación de muchos de los sistemas y aparatos del organismo (cardiovascular, respiratorio, etc… con el aparato locomotor y músculo estriado como centro de operaciones).

4º Las emociones mantienen la curiosidad y con ello el interés por el descubrimiento de lo nuevo. De esta manera ensanchan el marco de seguridad para la supervivencia del individuo y le llevan a explorar lo desconocido.

5º Las emociones sirven como lenguaje para comunicarse unos individuos con otros (de la misma especie o de especies diferentes). Es una comunicación rápida y efectiva. En el ser humano, el lenguaje emocional es también un lenguaje básico entre los miembros de una misma familia o entre los miembros de una sociedad determinada. Ello, además, crea lazos emocionales que pueden tener claras consecuencias de éxito tanto para la supervivencia física como para la social.

6º Las emociones sirven para almacenar y evocar memorias de una manera más efectiva. A nadie se le escapa que todo acontecimiento asociado a un episodio emocional, tanto si este tuvo un matiz placentero o de castigo (debido a su duración o a su significado), permite un mayor y mejor almacenamiento y evocación de lo sucedido. Y eso tiene claras consecuencias para el éxito biológico así como para el social del individuo.

7º Las emociones y los sentimientos son unos mecanismos que juegan un papel importante en el proceso de razonamiento. Los conceptos abstractos creados por el cerebro, los procesos cognitivos en general, se crean en las áreas de asociación de la corteza cerebral con información que ya viene impregnada de colorido emocional, con la etiqueta de bueno o malo. Se piensa ya con significados emocionales, -gratificantes o dolorosos, alegres o tristes-, etc… Y de ahí que sobre esa base, la emoción juegue un papel fundamental en la toma de decisiones conscientes por la persona.


    Todo esto nos lleva a que las emociones son como los pilares básicos sobre los que descansan casi todas las funciones del cerebro. Las emociones nos mueven hacia aquello que se evalúa como agradable y nos apartan de lo que nos resulta aversivo, adquiriendo un papel fundamental en la toma de decisiones y la solución de conflictos. Así, las reacciones emocionales resultan de especial utilidad cuando nos enfrentamos a información variada e incompleta o a situaciones demasiado difíciles como para ser resueltas exclusivamente a través de razonamientos. De hecho, las emociones parecen tener la capacidad de modular la actividad del resto de funciones cognitivas pudiendo llegar incluso a tomar un papel dominante en la estructuración de los de procesos cognitivos Hoy se acumulan evidencias de que nuestras emociones re-esculpen el tejido neuronal, apoyando la intuición de Ramón y Cajal.


    En situaciones de estrés excesivo o miedo intenso, el juicio social y el desempeño cognitivo sufren mediante la concesión a los procesos neuronales de la regulación emocional. Algo de estrés es esencial para enfrentar los desafíos, pero pasado un cierto nivel tiene el efecto opuesto. En cuanto a las emociones positivas, uno de los impulsos más potentes para motivar a la gente a aprender es la “iluminación” que viene con el aprendizaje de nuevos conceptos –el cerebro responde muy bien a esto–. Una meta principal de la educación temprana debería ser la de asegurar que los niños tengan esta experiencia de “iluminación” lo antes posible y que se den cuenta de lo placentero que puede ser el aprendizaje.




Información y contenidos basados en recopilación de Begoña Ibarrola.




María Dolores Abril Caballero
Pedagoga. doctora en Psicología por la Universidad de Murcia