sábado, 10 de abril de 2021

MENTALIDAD DE CRECIMIENTO



MENTALIDAD DE CRECIMIENTO
LA MEJORA SIEMPRE ES POSIBLE




    El cerebro, como todos sabemos es un órgano bastante complejo. También sabemos que trabaja haciendo continuas predicciones y utilizando por tanto patrones conocidos que él va creando. Las experiencias que tenemos hacen que vaya reorganizando estos patrones y predicciones de forma continua, esto es lo que nos permite aprender.

    Además, nuestro cerebro es plástico, esto quiere decir que es capaz de generar nuevas neuronas, por lo que permite desarrollar lo que Carol Dweck llama mentalidad de crecimiento. Esta mentalidad de crecimiento es lo que nos permite afrontar los retos ya que nos hace creer en nuestras posibilidades y habilidades personales.

    En uno de sus estudios, Jhon Hattie (2012), identificó y clasificó las 150 influencias más relevantes sobre el aprendizaje. Curiosamente, la primera posición correspondió a las expectativas del alumno, es decir a las creencias propias sobre su rendimiento académico. En nuestros alumnos y alumnas a veces vemos que su actitud responde a creencias como “soy muy malo para las matemáticas”, por ejemplo, o “nunca dibujaré bien”. ¡Qué triste!

    Y es que, han de haber sido muy negativas las experiencias pasadas para que un niño verbalice estas cuestiones. Todos estos ejemplos son representativos de lo que Carol Dweck llama mentalidad fija, en contraposición a la mentalidad de crecimiento que comentábamos anteriormente. Afortunadamente, la plasticidad cerebral nos permite mejorar los pensamientos que, a su vez, permiten mejorar el cerebro.

    Las creencias previas tanto de los alumnos como de los profesores, sobre su inteligencia condicionan la forma que tienen de afrontar los retos. Algunos creen que la inteligencia es fija y que debido a los determinismos genéticos no podemos hacer nada para cambiarla, mientras que otros creen que sí podemos desarrollarla y mejorarla mediante la Educación. Y esta diferente forma de entender la inteligencia repercute en el rendimiento académico del alumno.

La pregunta es: ¿Se puede desarrollar en los alumnos la mentalidad de crecimiento?


    Blackwell, Trzesniewski y Dweck (2007) realizaron un estudio con 99 alumnos de entre 12 y 14 años, que tenían un bajo rendimiento académico. Este estudio quería comprobar cómo podía afectar una intervención para promover la mentalidad de crecimiento en sus resultados académicos. Realizaron ocho sesiones de unos 25 minutos cada una, en las que se transmitía a los alumnos el funcionamiento del cerebro, se les contaba que este puede hacer nuevas conexiones neuronales y que ellos eran los responsables del proceso. Se les contaba que el cerebro es como un músculo, que se puede entrenar y fortalecer. También se realizaron debates y se contestaron a preguntas del interés de los alumnos.

    Los resultados fueron sorprendentes. Los alumnos del grupo que recibieron estas sesiones sobre el funcionamiento del cerebro mejoraron sus resultados académicos, a diferencia de los integrantes del grupo de control a los que se impartió un curso sobre memoria y cuyos resultados continuaron empeorando.

Por tanto, conocer cómo funciona el cerebro constituye un elemento motivador imprescindible.


    Pero también es fundamental la mentalidad del profesor. Cuando ellos muestran una mentalidad de crecimiento, son más proclives a animar al alumno, con consignas de ánimo como: “si trabajas, mejorarás” o “cambia un poco tus hábitos de trabajo y seguro que mejoras”.

    En cambio, los profesores con una mentalidad fija suelen ser incapaces de hacer salir de la zona de confort a sus alumnos justificando siempre sus malos resultados, haciendo creer que eso es lo que hay, no todos podemos ser buenos en tal o cual asignatura.

    Este es el camino directo hacia uno de los efectos más perjudiciales de la Educación: la inaceptable estigmatización o “etiquetado” del alumno.

Y hablando de los elogios ¿son buenos?

    Los estudios demuestran que cuando se elogia al alumno por su esfuerzo, atribuye el éxito al trabajo duro, disfruta de los nuevos retos y mejora su perseverancia ante la tarea y su resiliencia.

    Mientras que cuando se elogia al alumno por su capacidad o inteligencia, suele rechazar los nuevos retos que puedan cuestionar su capacidad por lo que disminuye su perseverancia y su resistencia al fracaso. Y no solo eso, sino que, en algunas ocasiones, busca otros compañeros con dificultades que le hagan acrecentar un falso ego y sentirse así mejor.

    Volviendo a la mentalidad de crecimiento, (Moser et al., 2011) midieron la actividad eléctrica cerebral cuando los alumnos se enfrentan a los errores por la dificultad de las nuevas tareas presentadas. Aquellos que tienen mentalidad fija, como huyen del error, prácticamente no muestran actividad eléctrica ante los nuevos retos, en comparación a aquellos que tienen una mentalidad de crecimiento que les hace perseverar, analizar el error y buscar formas de mejorarlo.





Implicaciones pedagógicas

    Podemos concluir que, explicar a los alumnos de cualquier edad que el cerebro es muy plástico y que nos permite un aprendizaje continuo, que somos capaces de generar nuevas neuronas o que las sinapsis se pueden fortalecer al aprender algo nuevo y hacernos más inteligentes es imprescindible.

    Y eso se podría hacer, por ejemplo, dedicando los primeros minutos de las primeras clases del curso para despertar la motivación inicial. De igual manera es obligación de profesor crear un clima emocional seguro en el aula en el que todos nos equivocamos, rectificamos, analizamos y aprendemos. No debemos coartar la creatividad de los alumnos. Es decir asumir el error con naturalidad.

    Elogiemos por el esfuerzo y no por la capacidad. El verdadero éxito radica en la mejora personal, no en la constante comparativa con los demás. Cada persona es única porque su cerebro es único. Además, los docentes hemos de tener siempre expectativas positivas sobre nuestros alumnos. En caso contrario, los propios mecanismos cerebrales inconscientes capaces de captar cualquier pequeño mensaje no verbal condicionarán nuestras relaciones con los alumnos en el aula.

    Y, sobre todo, centrémonos en el proceso, si solo valoramos los resultados los alumnos no disfrutan del proceso y no se centran en lo verdaderamente importante: el aprendizaje. Pero para ello, ha de ser un aprendizaje significativo, útil, en definitiva, cercano a la realidad y con aplicaciones prácticas directas en la vida cotidiana





Para saber más:

Blackwell, L. S. et al. (2007). “Implicit theories of intelligence predict achievement across an adolescent transition: a longitudinal study and an intervention”. Child Development 78 (1), 246-263.

Dweck, C. (2008). “Mindsets and math/science achievement”. Carnegie-IAS Commission on Mathematics and Science Education.

Dweck, C. (2012). Mindset: how you can fulfil your potential. Robinson.

Guillen, J.C (2017). Neuroeducación en el aula. Barcelona

Mora, F (2014). Neuroeducación. Alianza editorial. Madrid

Moser, J. S. et al. (2011). “Mind your errors: evidence for a neural mechanism linking growth mind-set to adaptive posterror adjustments”. Psychological Science 22 (12), 1484-1489.






María Dolores Abril Caballero
Pedagoga. Doctora en Psicología por la Universidad de Murcia





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