LA MEMORIA Y EL APRENDIZAJE
El aprendizaje es un proceso activo, que conlleva cambios en el cerebro. Cuanto más trabajamos un contenido, mejor permanece en la memoria. Incluso nuestra identidad personal viene determinada por lo que aprendemos y lo que recordamos, por lo que la memoria constituye un recurso fundamental del ser humano que nos hace inteligentes y nos permite compartir y transmitir la cultura.
Como vemos, la memoria, es de vital importancia, digan lo que digan en algunos círculos sociales, influenciados por determinadas corrientes. En el estudio de la memoria vemos que no se trata de un solo tipo de memoria, por el contrario, podemos diferenciar varios tipos de memoria y por tanto distintos lugares donde se lleva a cabo en el cerebro. La neurociencia nos ha aclarado muchas dudas al respecto. Conocer cuales son los mecanismos de la memoria nos va a facilitar un buen aprendizaje, en todos los aspectos del desarrollo integral de los individuos. Vamos a conocer un poco más sobre la memoria y sus tipos.
TIPOS DE MEMORIA
La memoria se puede clasificar, atendiendo a cómo se almacena y recuerda la información, según esta consideración tenemos:
1.- La memoria explícita, hace referencia al almacenamiento de información de hechos generales (memoria semántica) y sucesos determinados de nuestra vida (memoria episódica). Son recuerdos conscientes que pueden describirse con palabras y es a este tipo de memoria al que suele referirse la gente cuando habla de memoria.
Ejemplo: Para poder resolver un problema matemático complejo se requiere memoria explícita porque necesitamos mayor flexibilidad y aprendizaje relacional.
2. La memoria implícita, hace referencia a los recuerdos inconscientes y adopta la forma de hábitos, estrategias perceptivas o motoras y condicionamiento asociativo o no. Se expresa de forma automática y es difícil de verbalizar.
Ejemplo: Para poder aprender un idioma extranjero requerimos memorias implícitas pues el aprendizaje se da mediante hábitos.
Figura 1. Almacenamiento de la memoria explicita e implícita
Otra clasificación de la memoria, tiene como referencia el plazo, es decir la cantidad de tiempo que podemos recordar la información, según esta consideración tenemos:
1.- La memoria a corto plazo. Esta nos permite almacenar una cantidad limitada de información durante un breve periodo de tiempo.
2.- La memoria de largo plazo o permanente. Esta nos permite almacenar mucha información durante un tiempo indefinido.
Figura 2. Esquema memorias a corto y largo plazo
“Memoria de trabajo” Un caso particular de la memoria a corto plazo.
La memoria de trabajo es una forma de memoria de corto plazo que permite retener pequeñas cantidades de información durante breves periodos de tiempo mientras realizamos actividades como leer, conversar o pensar.
En ella, interviene la percepción y la fijación final de memorias explícitas, posibilita guardar y manipular información en tiempo real y nos permite resolver problemas inmediatos. Podríamos decir que la memoria de trabajo es el lugar en el que se da la consciencia y la reflexión, donde combinamos ideas y las podemos transformar en novedosas y creativas.
El problema reside en que para que la información se almacene en la memoria de largo plazo debe estar cierto tiempo en la memoria de trabajo y sabemos que su espacio es limitado. Una buena receta para luchar contra el olvido, como ya sabemos, es la práctica continua. Además, la forma como reflexionamos sobre la experiencia, y la atención que prestamos a la misma, determinan si la información será retenida o no.
Se ha comprobado que cuando funciona la memoria de trabajo se activa la corteza prefrontal. Esta zona del cerebro está relacionada con la planificación y la toma de decisiones, lo que llamamos funciones ejecutivas. Estas funciones ejecutivas continúan hasta la adolescencia.
“Memoria y emociones “y su papel en la memoria a largo plazo.
Ya está suficientemente estudiado que el clima emocional vivido es determinante en la consolidación de los recuerdos, en definitiva, la memoria a largo plazo. Creo que a todos no se nos olvidarán nunca los atentados en Madrid o la caída de las torres gemelas en Nueva York.
En un estudio realizado por Erk et al. (2002), utilizando la técnica de la resonancia magnética funcional, se investigó cómo afecta el contexto emocional al proceso de memorización. Se presentó a los participantes una fotografía que generaba emociones positivas, negativas o neutras y, a continuación, palabras que debían memorizar. El resultado fue que las palabras mejor recordadas eran las asociadas al contexto emocional positivo
Además, se activaban regiones cerebrales distintas (ver imagen): el hipocampo en un contexto emocional positivo (d), la amígdala en uno negativo (c) y el lóbulo frontal en uno neutro (b).
Estos resultados muestran la relación directa existente entre cognición y emoción. Como tantas veces hemos comentado, el estudio y la escuela necesitan que prevalezcan las emociones positivas.
PECADOS DE LA MEMORIA EN EL AULA
Daniel Schacter (2011), uno de los investigadores punteros sobre el funcionamiento de la memoria, en su obra fundamental “ Los siete pecados de la memoria”, sobre los errores memorísticos, identifica siete “pecados” o defectos de funcionamiento de la memoria que se producen con frecuencia en la vida cotidiana. Como el propio autor sugiere, más que defectos asociados al propio diseño de la memoria, hay que entenderlos como adaptaciones producidas por la selección natural que permiten que la memoria sea un sistema fiable, aunque en ocasiones puede fallar.
Vamos a ver los siete pecados de los que nos hable Schacter:
1. Transitoriedad: Olvido producido por el paso del tiempo.
Ejemplo: “Pensaba que recordaba la explicación del profesor de la semana pasada sobre el experimento realizado, pero he olvidado parte del material utilizado”.
2. Distractibilidad: Olvido por falta de atención en lo que hemos de recordar.
Ejemplo: “No sé dónde he dejado el libro de matemáticas”.
3. Bloqueo: Supone una frustrada búsqueda de información que nos consta que sabemos (tener algo “en la punta de la lengua”).
Ejemplo: “Me he quedado en blanco en la primera pregunta del examen y he recordado la respuesta cuando ya lo había entregado”.
4. Atribución errónea: Se asigna un recuerdo a una fuente equivocada.
Ejemplo: “Creía que la Crítica de la razón pura era una obra de Hume”.
5. Sugestibilidad: Alude a la tendencia a incorporar información engañosa de fuentes externas.
Ejemplo: “El profesor me pidió que relatara la historia relativa al día que me perdí en una excursión cuando era pequeño. Al llegar a casa expliqué los detalles comentados en clase. Sin embargo, mi madre me dijo que yo no era el alumno que se perdió sino mi amigo íntimo”.
6. Propensión: Cómo influyen nuestras tendencias en los recuerdos que almacenamos.
Ejemplo: “Para resolver el problema hay que hacer una suma porque siempre sumamos en los problemas”.
7. Persistencia: Conlleva el recuerdo de cosas que nos gustaría olvidar.
Ejemplo: “No puedo olvidar aquel profesor que se burlaba de mí delante de los compañeros”.
IMPLICACIONES PEDAGÓGICAS
¿Cómo aprender?
El aprendizaje puede ser explícito o implícito. En el primer caso, somos conscientes de lo que aprendemos y en el segundo no. En la práctica conviene utilizar ambas estrategias para optimizar el aprendizaje. Los docentes sabemos que a menudo se hacen explícitos conocimientos implícitos.
¿Cómo mejorar la memoria de trabajo?
Podemos mejorar la memoria de trabajo agrupando la información para que ocupe menos espacio o mejorando su eficiencia. En el primer caso, se requiere el conocimiento de hechos y datos debido a que la adquisición de cultura facilita la reflexión y cuando reflexionamos sobre algo es más fácil retener la información. En el segundo caso, necesitamos automatizar los procesos que utilizamos para llevar información a la memoria de trabajo. La práctica continuada aumenta la duración del recuerdo y permite progresar.
Ejemplo: La práctica del cálculo aritmético de los niños les permite mejorar en la resolución de problemas que requieren operaciones de cálculo.
Hemos de asumir que olvidamos la mayor parte de lo que aprendemos. Basta pensar en la gran cantidad de contenidos que estudiamos en la etapa escolar y la rapidez con que hemos olvidado muchos de los mismos
¿Aprender “de memoria”?
El aprendizaje no puede basarse en la memorización de una serie de reglas aburridas que desvirtúen la comprensión global y que no muestren un sentido ni una relación con otros contenidos. Los niños necesitan ejemplos adecuados que permitan llegar a las reglas.
Es imprescindible que en el proceso de aprendizaje haya reflexión y comprensión, pero, para ello, se necesitan los conocimientos previos o el soporte cultural sobre el que se asiente el aprendizaje posterior. Resulta perjudicial obligar al aprendizaje de memoria cuando es posible otra forma de aprendizaje, aunque es indudable que los alumnos han de conocer determinadas informaciones de memoria.
Ejemplo: El niño que no haya aprendido de memoria la tabla de multiplicar seguramente tendrá dificultades en la resolución de problemas aritméticos.
No obstante, no es lo mismo memorizar literalmente que integrar nuestra memoria en la resolución de problemas cotidianos, no sólo académicos. La optimización del aprendizaje requiere entrenamiento, es decir, la repetición apropiada que permita la automatización y consolidación de hábitos adecuados. Cuando la información es significativa se facilita el proceso. Y no olvidemos que la atención, la motivación y la implicación emocional nos permiten memorizar y aprender mejor. El docente desempeña un protagonismo principal en la facilitación de estos factores.
Aquí tenéis un video muy interesante...
Maria Dolores Abril Caballero
Pedagoga. Doctora en Psicología por la Universidad de Murcia
Bibilografía
Guillén, J. C ( 2017) Neuroeducación en el aula: De la teoría a la práctica. Créate Space
Erk, S. et al. (2003): “Emotional context modulates subsequent memory effect”. Neuroimage, 18.
Schacter, D. ( 2011) Los siete pecados de la memoria, Ariel.
Para saber más:
-Blakemore, Sarah-Jayne, Frith, Uta, Cómo aprende el cerebro, las claves para la educación, Ariel, 2011.
-Morgado, Ignacio (2005), “Psicobiología del aprendizaje y la memoria”. Cuadernos de Información y Comunicación,10. Universidad Complutense de Madrid.
-Jensen, Eric, Cerebro y aprendizaje: competencias e implicaciones educativas, Narcea, 2004.
-Ortiz, Tomás, Neurociencia y educación, Alianza Edtorial, 2009.
-Marina, José Antonio, El cerebro infantil: la gran oportunidad, Ariel, 2011.
-Entrevista a Ignacio Morgado en la que habla sobre la memoria y el aprendizaje: ver
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