miércoles, 31 de marzo de 2021

DISCIPLINA POSITIVA

LOS CASTIGOS
¿Es útil el castigo en los niños?


    Hay muchos padres y maestros que se quejan y se sienten frustrados porque los niños ya no se comportan como en "los viejos tiempos". ¿ Qué sucede? Hay muchas y posibles explicaciones, pero, yo me inclino a pensar, desde la disciplina positiva, que en realidad no son los mismos niños, ni viven en la misma sociedad, ni los padres nos comportamos igual... su realidad es diferente, por eso no nos sirven las pautas que utilizaron con nosotros, que en definitiva es lo que intentamos hacer...
 ¡ Nadie nos ha expicado otra forma! y con nosotros funcionó, algunos no tenemos traumas y hemos llegado lejos dentro de la sociedad. A veces los castigamos, pero no funciona...

    Pues bien, desde este punto de vista el panorama es alentador, podemos intentar solucionar el problema de otra forma.

Reflexionemos:

1.- Los adultos en general ( padres, maestros) no transmitimos a los niños el modelo o ejemplo de sumisión y obediencia, al contrario.

2.- Los niños tienen pocas ocasiones de aprender responsabilidad y motivación. Ahora se les dá demasiado en nombre del amor y se desarrolla en ellos una creencia de que lo merecen todo gratuitamente ( por ser hijos).

3.- Muchos educadores ( padres, maestros) opinan que hay que protegerlos de toda decepción ( que ya tendrán tiempo...). Los rescatan y los superprotegen, quitándoles la más mínima oportunidad de desarrollar seguridad en su capacidad para manejar los altibajos de la vida.


4.- Los niños no desarrollan responsabilidad si los padres o educadores son demasiado estrictos, controladores o permisivos ( en este aspecto hay una amplia bibliografía sobre el estilo parental y los resultados en el comportamiento de los hijos).


    Después de estas reflexiones y partiendo de la base que los hijos pertenecen a una sociedad distinta a la nuestra y que no ven modelos de sumisión,  podemos empezar a ver qué podemos hacer:

    En primer lugar hemos de tener en cuenta que los nños merecen ser tratados con dignidad y respeto. También merecen la oportunidad de dasarrollar las habilidades de vida necesarias en un ambiente de cordialidad y firmeza y no en una atmosfera de culpa, verguenza o dolor.

    El castigo en realidad, responde normalmente al nivel de frustración de los adultos, no es una consecuencia de los actos erróneos de los hijos. Incluso en la mayoría de los casos no tiene nada que ver con la mala conducta realizada. 
Cuando el castigo no es identificado como una consecuencia lógica de nuestros actos, cosa que ocurre normalmente, este produce, lo que en disciplina positiva se denominan las cuatro erres del castigo:
1.- Resentimiento. Esto es injusto y no confío en los adultos.
2.- Revancha. Ellos ganan ahora, pero ya verán mas tarde.
3. Rebeldía. Haré exactamente lo contrario para probar que no tengo que hacerlo a su manera.
4. Retraimiento. Puede dar lugar a la cobardía o a la reducción de la autoestima.

    Por tanto, cuidemos la forma de castigar, si lo que queremos es que nuestros hijos aprendan de sus errores y que no dejen de considerarnos su apoyo.

    Cuando los adultos establecemos los limites y después los reforzamos con sermones y castigos invitamos a la rebeldía y a la lucha de poderes y esto no mantiene a los niños a salvo ni adaptados al medio social. Por tanto, sermones y ya te lo dije no funcionan. 

    Por el contrario, si intentamos involucar a los niños en la búsqueda de soluciones para enmendar el error, estamos contando con ellos y haciendoles saber que ellos pueden corregir el error y que no vuelva a pasar. Debemos desarrollar habilidades en ellos para que hagan lo que tengan que hacer de forma responsable y no por el miedo a un castigo que les hace sentir dolor, verguenza o sumisión. Iran viendo poco a poco que son capaces de enfrentarse a los altibajos de la vida.

    Recordad, un castido soluciona el problema a corto plazo, pero las consecuencias a largo plazo no son buenas. Debemos intentar que entiendan lo que han hecho mal, que ellos sean parte de la solución y guiarlos con firmeza y amor. También es importante recordar que los errores son la mejor forma para aprender. Cuando estos ocurren son la mejor baza para mejorar y no para hacerles sentir que nos decepcionan, que no son buenos o que son tontos. 













María Dolores Abril Caballero
Pedagoga. Doctora en Psicología por la Universidad de Murcia





















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