LA TRISTEZA, una emoción más...
"Para ayudar a nuestros hijos a entender lo que sienten, sea la que sea la emoción que están experimentando, lo mejor que podemos hacer es hablarles y ayudarles, desde bien pequeños a reconocer las emociones y a expresarlas con palabras: alegría, enfado, ira, tristeza, sorpresa, miedo, …"
La tristeza es una emoción básica al igual que la alegría, la ira o el miedo. Estar triste cumple una función adaptativa y necesaria para el equilibrio emocional. De hecho si sabemos manejarla bien, esta emoción nos ayuda a superar muchos de los problemas que van apareciendo a lo largo de la vida.
La función de la tristeza es la de motivarnos a pedir ayuda en momentos de pesimismo o soledad, y a hacer una reflexión sobre la situación vivida y que nos empuje hacia una nueva integración personal para poder superar este "escenario'". El problema es que en la sociedad que vivimos, la tristeza es una emoción que está mal vista y que en cuanto aparece se trata de suprimir, creando graves consecuencias en los que la padecen ya sean adultos o niños. Por tanto, nunca hay que reprimir la tisteza, es necesario identificarla, sentirla y tomar decisiones al respecto. Dejar sentir y canalizar las respuestas es lo que podemos hacer para ayudar.
La tristeza se puede manifestar en los niños de forma similar que en los adultos sin excepción, otras veces esta emoción puede presentarse de manera más sutil. Sea como sea, el niño puede experimentar cambios bruscos de comportamiento y los padres han de estar atentos a cómo actúa el niño.
Un niño triste puede sentirse apático, decaído, llorar por todo, solo quiere dormir, no querer comer, hablar poco cuando es un niño que le gusta hacerlo…. O por lo contrario, podemos ver que está ansioso, no puede dormir o duerme mal y come en exceso.Los niños pueden sentirse tristes debido a diversos acontecimientos como pueden ser: una mudanza, un cambio de colegio, un viaje largo de alguno de los padres, la muerte de su mascota, etc. A los padres no les gusta ver a sus hijos tristes, ni pasar por este tipo de situaciones. Por eso, tratan de evitar que se sienta así en vez de buscar la manera efectiva para hablar de la tristeza y poder ayudarles.
Otras veces, cuando no es posible evitar que el niño se sienta así, los padres suelen caer en otros errores como: restar importancia a la situación o reñirles.
Por tanto, restándole importancia a cuando los niños sienten tristeza no se consigue ayudarles, sino todo lo contrario. Lo que se consigue es empujar a los niños al silencio, a no confiar en sus padres y a que se alejen y no nos cuenten nada más.
Pero, ¿Cuándo debo preocuparme porque mi hijo está triste?
La tristeza, es una emoción y un sentimiento humano, y como tal, no es bueno ni malo. Son muchas, y diversas, las situaciones que pueden llevar a los niños a sentirse tristes. Es una situación inevitable, por mucho que nos duela a los padres.
Es mas, es necesaria la tristeza, es necesario enseñar a los niños a superar una perdida
Sin embargo hay casos de tristeza que hay que poner algo más de atención e intervenir si es el caso. Sólo cuando la trsiteza se mantenga en el tiempo mas tiempo del necesario ( semanas o meses).
¿Podemos los padres y los educadores ayudar en los momentos de tristeza?
Ayudar a un niño a combatir la tristeza:
Es importante que los padres ayuden a sus hijos a entender lo que siente. Que aprendan a reconocer los estados de ánimo que padecen y sepan expresarlos con palabras. Para ello, es importante que:
1 - No se tenga miedo de reconocer la tristeza
Estar triste es un estado de ánimo al igual que otros. Se debe explicar al niño que a pesar de ser una emoción que no nos gusta, es normal sentirse así y que todos padecemos este sentimiento alguna vez cuando perdemos algo, nos sentimos solos o rechazados.
2 - Los padres no deben ocultar su tristeza
Los niños aprenden del ejemplo y de las expresiones emocionales de sus padres. Por tanto, para ayudar al niño a combatir la tristeza, es importante que los padres les expliquen por qué se sienten tristes para que tengan ejemplos de experiencias cuando sean ellos los que se sienten así.
3 - Ayudar al niño a identificar sus sentimientos
Muchas veces los niños están confusos y se expresan de manera agresiva mediante empujones o golpes. La tristeza va muchas veces de la mano de la ira y la frustración. Los padres deben hablar con los niños para ayudarles a identificar este sentimiento, dejándoles espacio si lo necesitan. Ayudarles a que se desahoguen pero enseñándoles a hacerlo con respeto.
4 - Escuchar
Es importante que se sienta escuchado y que sepa que tiene un espacio y un tiempo para explicar cómo se siente. Los niños y también los adultos necesitan ser escuchados sin más. No es obligatorio entenderlos ni darles consejos. ¡Sólo escuchar!
5 - Enseñar a no esconder sus emociones
Sea cual sea la emoción que sienta el niño es importante y hay que enseñarle a manifestarlas. Hacerles entender que una emoción es la manera que tiene nuestro cerebro de informarnos de lo que está pasando, con la única intención de que generemos una respuesta. Por tanto, la emoción se siente, se reconoce y nos lleva a tomar decisiones y a actuar al respecto. Hemos de comprender que no nos podemos quedar en ella indefinidamente. En la emoción de la Tristeza se tiende a ello, a mantenerla en el tiempo ya que la toma de decisiones es más dificil, ya que afecta a la aceptación de algo que no esperabamos y que hace cambiar nuestra situación actual.
6 - Utilizar los abrazos
Ayudemos a que el niño se sienta bien además de reducir la tensión y aumentar su autoestima. El contacto físico conforta y es liberador.
7 - Hacer una lista con las cosas buenas que tiene
Ayudará al niño a ver todas las cosas buenas que tiene alrededor para combatir su pesimismo.
También es importante tener en cuenta que todos los niños y niñas no son iguales y lo que nos ha ido muy bien con uno, a veces no nos va igual de bien con los demás. Hemos de ser muy observadores y calibrar en su justa medida que es lo que necesitan los niños.
Puede que este video os ayude a aentnder mejor que es la Tristeza.
Maria Dolores Abril Caballero
Pedagoga. Doctora en Psicología por la Universidad de Murcia